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Psicoanálisis

y materialismo dialéctico(1)

 

 

“Es más fácil extraer la verdad del error, que de la confusión”.

Bacon

 

Debemos estar agradecidos al doctor Adolfo Lértora(2) por haber llamado la atención sobre el libro de José Bleger, Psicoanálisis y materialismo dialéctico(3). Su crítica ha provocado la respuesta de Bleger(4), y no entraré a considerar los puntos controvertidos. Por otra parte, ha leído el debate promovido por la comisión nacional de asuntos culturales del partido Comunista para discutir con el autor su obra(5), debate que puso el acento sobre los aspectos filosóficos y político, y no sobre el clínico y psicólogo. El apasionado interés que han provocado los problemas planteados pone en evidencia su actualidad, y la polémica –pese al escepticismo de Bleger sobre su valor– contribuye a su esclarecimiento, así como también a conmover a la gente amodorrada o satisfecha con su magro saber. Son tantas y tan arduas las cuestiones que se abren a la avidez de conocer, a la necesidad de expresar en conceptos los fundamentos teóricos, y a conjugar la teoría con la práctica, que deben ser bienvenidas las críticas y las observaciones. Me parece que aún no está clausurada la discusión sobre la valoración y los aportes del psicoanálisis a la clínica y a la psicología, tampoco desde el punto de vista marxista, como se ha pretendido.

Si tomo parte en el debate no es para apoyar o refutar al autor, o a alguno de sus críticos, sino para decir sumariamente algunas de las cosas que me sugieren la meditación sobre estas cuestiones. Tal vez el hecho de haber sido el primero que en el país, desde 1920, ha practicado el psicoanálisis, aún sin haber estado sometido al análisis didáctico, que haya presentado trabajos inspirados en su método(6) y también el primero que aquí haya hecho públicas objeciones al sistema(7), me da algún derecho a terciar en la polémica. Puedo manifestar que he vivido el problema desde hace muchos años.

 

 

Psicoanálisis: ideología y práctica

 

Si la parte controvertida es principalmente el valor científico de la clínica de las neurosis, tal como fue vista e interpretada por Freud, lo que ya no se discute es la calidad de su ideología(8). Todos estamos contestes en que la sociología, la filosofía, la ética, las interpretaciones históricas y antropológicas del freudismo son idealistas, y que no merecen la calificación de progresistas. Decía Franz Alexander en ocasión solemne(9), desde una sede principal del psicoanálisis: "A esta luz, el psicoanálisis y las ciencias sociales, la mejor comprensión de sí mismo y de los procesos sociales aparecen como posiblemente los últimos esfuerzos del hombre de Occidente para salvar su individualidad de ceder a la creciente inseguridad que lo impulsa hacia el estado universal". Estas palabras significan que el psicoanálisis es la última trinchera de la sociedad "libre", del modo de vida occidental. Hay que imaginar qué desbordes sobre la dignidad y la libertad humanas sobrevendrían si cediera esta trinchera. ¡Las cosas horribles que pasarían!... Con más claridad lo expresa en la misma ocasión, el renombrado profesor de Filadelfia, Kenneth Appel, al hacer el análisis de dichas aportaciones al simposio "El credo del psicoanalista" en la sección de psicoanálisis del 111º  mitin anual de la asociación psiquiátrica norteamericana (mayo de 1955): "Se tiene la impresión de que Alexander siente casi que el psicoanálisis es la esperanza del hombre contra el comunismo, y que si el psicoanálisis falla, quedaremos hundidos en el comunismo". Sin protesta por parte de Appel(10). Ciertamente, no todos los psicoanalistas piensan así. Hay maneras de decir y de callar que hacen mucho al fondo de la cuestión. ¿Por qué Bleger silencia este papel del psicoanálisis en la vida contemporánea?

No voy a empujar puertas francamente abiertas. Otra cosa son las investigaciones clínicas hechas por Freud, sobre las que volveré. No es cuestión de conformarse con declarar que es imposible separar la acidez del vinagre, ni el contenido de la forma. Pero antes de seguir adelante, debo detenerme un momento sobre la práctica del psicoanálisis y la formación de los psicoanalistas.

 

El psicoanálisis clásico es un método para gente adinerada. Esto ya de por sí significa bastante. Además, la experiencia muestra que la burguesía emplea los técnicos con ideología similar o coincidente con la suya. En el supuesto de que haya psicoanalistas de mentalidad progresista –que los hay– en la práctica tienen que abdicar de sus principios, reservarlos para su fuero íntimo. Por otra parte, no es por azar que el psicoanálisis ha hecho furor en Estados Unidos, y que la psicología, la psiquiatría, la antropología, la sociología y en otros dominios, como en las letras, están allí impregnadas de sus orientaciones. En su conjunto el psicoanálisis en EE.UU., el país del capital de monopolio por excelencia, está al servicio de la burguesía, desde la práctica en los consultorios médicos hasta en las "relaciones humanas» en la industria. Su refinada sofisticación suele darle una modalidad presuntuosa, barroca, a menudo ridícula, que está tan lejos de la ciencia como del arte médico. Sugiere esa arquitectura de las casas de los nuevos ricos de comienzos de siglo, con esa multiplicación de cariátides que no sostenían nada, cargazón de yesos y de falsos adornos, con una distribución interior exhibicionista, antifuncional, con pocos baños, y con mazmorras para el servicio doméstico. El alma de los dueños y de sus técnicos se reflejaba en las casas que habitaban. No se crea, empero, que ni aún en EE.UU., donde según reconoció Whitehorn en el discurso presidencial de la A.P.A. “El movimiento psicoanalítico capturó la psiquiatría americana” arrasó con la unanimidad(11).

Los psiquiatras y psicólogos deben "entrar" en el psicoanálisis, dice Bleger. Aunque esto haya sido objetado, cabe agregar que hay maneras de estudiarlo, y que "entrar" en el psicoanálisis de cuerpo entero implica riesgos mayores. En primer lugar, a más de otras condiciones, se exige a los candidatos dos, tres, o más años de análisis didáctico, con inversión de tiempo y dinero. Después, el perfeccionamiento lleva años de estudio y dedicación absorbente en la cofradía psicoanalítica, dentro de la cual son conformados su mente e intereses. Pues los psicoanalistas forman una especie de iglesia, y en casos una secta, con intereses comunes, que hablan una cierta jerga técnica, y tienen ocupadas todas las horas del día con enfermos, en la enseñanza o en tareas afines. No conozco ejemplo de una tal capilla para hacer triunfar sus ideas o fines que se le pueda comparar en la historia de la psiquiatría y de la psicoterapia. Esta política del psicoanálisis ha alarmado a ciertos de sus corifeos. Así Gregory Zilboorg asevera que el "psicoanálisis ha tendido a convertirse, no en una disciplina científica, sino en un movimiento perfectamente organizado, con constituciones, leyes, y todos los otros equipos del poder"(12). Y agrega Zilboorg que es conocido el efecto corruptor del poder en la conducta humana. Es difícil salir de este coto cerrado, y al pensar en los psicoanalistas, se me ocurre que su situación en este aspecto es similar a la de los sacerdotes o los militares. Por estas y otras razones, suscribo los graves reparos de Lértora, Reggiani y Thénon a la pretensión de Bleger de presentar el aprendizaje del psicoanálisis, así, sin discriminar, como ejemplar a los jóvenes. Presos en sus redes, les será difícil salir. El mismo Bleger, pese a su fuerte capacidad de razonar, a su afán de comprenderlo todo, se atiene a lo que ve a través del ojo de esa cerradura. ¡Y tantos como son los nuevos caminos a la avidez de saber y de hacer que se ofrecen a las jóvenes generaciones!

 

Y

 

He llegado al cabo de estas líneas, y parecería que dejé en la sombra el otro término de la cuestión, el materialismo dialéctico y cuanto implica. En ningún momento lo olvidé, sólo que la filosofía hace tiempo que ha dejado de ser la madre de las ciencias, ya no se excluyen del dominio del conocimiento los elementos y datos que caben en un hecho predeterminado o apriorístico, tal como lo comprenden escolásticos o sectarios de un sistema. Y el materialismo dialéctico es el polo opuesto de una filosofía o de una metodología de tal naturaleza. Para el caso me parece que vienen bien las reflexiones de un marxista tan celoso y sagaz como Bernard Muldworf (13). En toda investigación científica, dice, hay dos polos, a veces muy alejados el uno del otro, el ideológico, que se traduce en la teoría, y el empírico, que se expresa en los pasos prácticos. Una buena metodología debe tomar en consideración la totalidad de estos aspectos, ya que en el curso del desarrollo de la investigación el acento se desplaza de un aspecto al otro. No todo está resuelto cuando se ha denunciado el carácter ideológico del psicoanálisis. Debemos interesarnos en el otro polo de la investigación psicoanalítica, puesto, que “nuestra práctica clínica cotidiana, nuestra reflexión psicopatológica, hacen que la encontremos frecuentemente". La elaboración teórica es un fenómeno complejo y contradictorio que no sigue una vía rectilínea. En un estadio elemental de conceptualización, el concepto es la expresión verbal de la experiencia práctica inmediata, expresa auténticamente la realidad, y hay que tomarla en serio. "Esto es precisamente lo que pasa en el proceso de la teoría psicoanalítica y que justifica nuestro interés actual de tal o cual de sus aspectos". Por lo tanto, si el psicoanálisis en su conjunto no puede ser considerado como una psicotapología científica, "el examen de sus aspectos particulares puede permitir desprender elementos positivos susceptibles de contribuir a la elaboración de una psicopatología científica". Una buena marcha crítica consistiría, dice Muldworf, en estudiar atentamente estos conceptos particulares así como los hechos que pretenden reflejar, confrontándolos con los datos correspondientes de nuestra práctica clínica y con la interpretación que podemos dar de ellos a partir de nuestras determinaciones filosóficas. A la par, el psicoanálisis "penetrado en la vida cotidiana de la clínica, se humaniza, se despoja de la rígida máscara de la abstracción, para impregnarse más profundamente de la carne palpitante del drama humano".

Así se va acentuando la oposición entre práctica y teoría del psicoanálisis. "¿Cómo no sentirse intrigado –exclama el autor– cómo no sentir encendido nuestro interés científico por una contradicción tan curiosa?"

 

 

 

1. Del Cap. V de Nuestra psiquiatría, Ed. Paidós, Bs. As., 1960, Córdoba, febrero 27 de 1960.

2. Adolfo Lértora. Psicoanálisis y dialéctica materialista. Acta Neuropsiquiátrica Arg., 1959, 5, 334.

3. N. de la R.: El título de este artículo, es homónimo del famoso libro del Dr. José Bleger, editado con anterioridad al comentario que presenta aquí Gregorio Bermann. Agradecemos a la Dra. D. Bleger, la autorización para la reproducción de la fotografía de su padre que ilustra esta nota.

4. José Bleger. Psicoanálisis y dialéctica, Acta Neuropsiquiátrica Arg., 1959.

5. Espectador, “Un debate sobre marxismo y psicoanálisis”, Cuadernos de cultura, Bs. As., 1959, Nº 43.

6. G. Bermann, Psicoanálisis de los estados paranoicos, Montevideo, 1931. “Patogenia de la neurosis obsesiva", Psicoterapia, Córdoba, No 2, 1936. “La Psicología en la enseñanza médica", Cátedra y Clínica, Bs. As., 1935, etc.

7. G. Bermann. El psicoanálisis enjuiciado, Nueva Gaceta, Bs. As., 1949, Nº 1. "Las Falacias del Psicoanálisis” Rev. latinoamer. de psiquiatría, 1952, Nº 2.

8. G. Bermann, "La etiopatogenia de las neurosis y el Dr. Garma", Orientación médica, año 4, Nº 138, Bs. As., 1955.

9. Franz Alexander, “Psichoanalysis in Western Culture", The americ.f. of Psychiatry, Vol. 112, No 9,1956, pág. 692.

10. Kermeth Appel, “Psychoanalysis: Reflections on Varying Concept?, The Am. f. Or Psychiatry, 1956, 112, 9: 771.

11. R Baiely, en su famoso discurso, The Am. J. of Psychiatriy, nov. 1956. El profesor Carl M. Dellenbach, presidente de la Southern Society for Philosophy and Psychology, al cotejar el psicoanálisis con la frenología. Rev. de psicología general y aplicada, abril-junio 1959, Madrid. En medicina general véase por ejemplo la discusión sobre Allergy and the Psyche, New York State J. of Medicine, vol. 58, NO 4, 1958.

12. Gregory Zilboorg, Psychoanalytic Borderline, Am. J. orPsychiatry, 1956,

112, 9: 706.

13. Bernard Muldworf, Quelques réflexions à propos d'une publication récente et a l'ocassion du centenaire de Freud, La Raison, 1957, Nº 17.

 

 

 

 

 

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