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Fundamentos de la
Psiquiatría comparada (1)
Hay
que superar el prejuicio individualista
La mayoría de los psiquiatras, encandilados por el caso individual que tienen que estudiar y tratar, resultan al cabo sorprendidos por la erupción del fenómeno psiquiátrico, y no están en condiciones de encarar, comprender y explicar lo que está sucediendo en el dominio de la especialidad. Ya es grande el esfuerzo que el psiquiatra debe desplegar para el estudio del soma y de la psiquis de sus enfermos, con técnicas tan complicadas y nuevas, que le resulta casi imposible abarcar por sí solo el conjunto del problema. No le pasa esto solamente al que debe tratar a sus pacientes en el consultorio privado, en el dispensario o en el sanatorio; le sucede también al médico de los hospicios, abrumado además por la excesiva carga del número abusivo de pacientes que el Estado confía a su cuidado y vigilancia.
Los árboles no permiten ver el bosque. El prejuicio individualista de los psiquiatras de las diferentes escuelas cierra la posibilidad de una perspectiva justa en la consideración actual de las enfermedades nerviosas y mentales. Durante treinta años de mi vida, dijo el profesor de Medicina Social de Oxford doctor John A. Ryle, estudié la enfermedad más y más en la sala del hospital a través del alto poder del microscopio. Ha llegado el tiempo, agrega, de mirarla a través del telescopio, para considerar al hombre "como a una persona y a un miembro de una familia y de grupos sociales muchos más amplios, con su salud y enfermedad íntimamente ligadas con las condiciones de su vida y trabajo". El profesor Ryle sugiere que los médicos traten de contestar algunas cuestiones no exploradas aún, como ser: ¿Por qué la úlcera péptica, antes rara, aumentó tan enormemente en el siglo XX? ¿Por qué el porcentaje de nacimientos de Gales y la tuberculosis en Gran Bretaña, descendieron bruscamente durante la guerra? ¿Por qué los trabajadores mueren de cáncer gástrico y de la piel en doble cantidad que los profesionales? ¿Por qué los médicos mueren doce veces más de angina de pecho que los campesinos?
Esto es lo que decía el profesor Ryle en el simposium sobre medicina social realizado en marzo de 1947 con motivo de la celebración del centenario de la Academia de Medicina de Nueva York, y junto a él hicieron coro médicos de los más eminentes del mundo. El edificio aparentemente sólido y tan trabajosamente levantado de la medicina clásica, no es ya suficiente para contener la marea creciente de los tiempos. La presión de las fuerzas históricas, que rompe los moldes clásicos, tanto de las costumbres como de las instituciones y de los conocimientos, va modificando también profundamente la ciencia de la conducta humana normal y patológica. Desde diferentes campos del saber, nuevas investigaciones han aportado y van agregando cada día elementos de extraordinaria fecundidad. La psiquiatría, la psicología, la psicopatología, la psicohigiene, la asistencia psiquiátrica, tienen que incorporar y beneficiarse con los métodos de muchas ramas del saber humano y con la práctica, que aparentemente parecían muy distantes de su radio de conocimiento.
Ha llegado la hora en que nuestra ciencia debe aprovechar no sólo los valiosísimos aportes de las diferentes ramas de la ciencia médica, sino también de las disciplinas sociológicas, de la decía Ralph Linton, uno de los jefes de escuela antropológica en EE.UU., que de la colaboración de la psiquiatría, antropología y sociología, surge una ciencia nueva, consagrada a la dinámica de la conducta humana. Ciencia que está en las primeras etapas, que no se limita a un campo científico excluyente, y que utiliza cuantas técnicas y datos le son necesarios(2).
Problema fundamental de los investigadores de la personalidad normal y patológica es el grado en que los factores ambientales condicionan los estratos más profundos de la personalidad. La única manera en que el psicólogo de la personalidad puede obtener los datos necesarios, los datos comparativos, según Linton, es estudiar individuos criados y desarrollados en culturas y sociedades diferentes(3). Los investigadores antropológicos culturales han puesto brillantemente de relieve cuánto interesa a la psiquiatría la diferencia entre los medios socioculturales de las sociedades primitivas y las nuestras. ¡Cuánto más servirá el estudio comparativo de las sociedades contemporáneas! Hay que tener en cuenta que, al hablar de una "cultura", los antropólogos la consideran como la forma de vivir de una sociedad, con todas sus instituciones, costumbres, valores, etcétera, y no en los sentidos corrientes que se da al término cultura.
De manera concordante, la evolución de la psiquiatría ha ido poniendo el acento sobre diferentes aspectos, antes sobre lo orgánico y anatomoclínico; después lo psicogenético y psicosomático, y últimamente sobre lo social y ambiental. A. Warren Stearns sintetiza esto señalando cuán fácil es comprobar el gradual cambio de la orientación psiquiátrica en los últimos 40 años, que va de lo orgánico a lo ambiental(4). Hay un condicionamiento supraindividual, francamente comprobado por los sociólogos, reconocido desde hace tiempo por los criminólogos, así como en otros dominios de la conducta humana. La alienación misma, según un psiquiatra de la escuela de Durkheim, Charles Blondel, es principalmente el resultado de una desocializaci6n de la vida, un abandono del armazón mental, que es colectivo en su origen(5) n
1.
Problemas
psiquiátricos. Bs. As., Paidós, 1966.
2.
2. Ralph
Linton. Cultura y personalidad. Fondo de Cultura Económica, 1945
3.
3. Id. Págs
14-15.
4.
Waren Stearns.
“The Milieu in Which the Psychiatric Case Swims”. Digest of Neurology and Psychiatry,
abril de 1948.
5.
Charles
Blondel. La conscience morbide. París, 1913.